Camila vivía angustiada por su imagen hasta que se animó a cambiar. Lee su historia y anímate a modificar ¡tu mirada sobre ti misma!
Hace dos años empecé a sentirme incómoda conmigo misma. Tenía la autoestima por el piso, estaba desconforme con mi cuerpo en todo momento y vivía angustiada. Lo peor es que no me animaba a hablar de este tema con nadie hasta que un día no lo toleré más y se lo conté a mi mejor amiga. Ella por suerte me escuchó y supo entenderme, pero cuando hoy recuerdo esa época no puedo creer haber arruinado tantos momentos increíbles por no sentirme cómoda con mi imagen. Como no me valoraba y me sentía la peor, me fui auto excluyendo. Trataba de no relacionarme con los demás porque
pensaba: “¿Para qué me van a hablar si no soy linda?”; y me volví muy introvertida. Casi no tenía amigos. Al no valorarme yo, nadie me valoraba. Pero la solución la encontré hablando de lo que me pasaba. Poniendo toda mi voluntad y fuerza interior pude descubrir que al fin y al cabo, lo que vale es lo que somos y no lo que queremos aparentar. La adolescencia es una edad espectacular donde estamos rodeadas de amigos, experiencias nuevas, anécdotas divertidas, cambios de looks, pero mucho de eso yo lo perdí por estar obsesionada con mi cuerpo. Por eso le propongo a todas las chicas que cambiemos las miradas negativas por positivas. Rescatemos lo bueno que hay en cada una y esa característica especial que nos hace únicas y que sin duda todas tenemos. ¡Sólo es cuestión de aprender a mirarnos! Y si nos cruzamos con gente que nos critica o quiere hacernos sentir inferiores hay que mirar para el costado y alejarnos de esa mala energía. Hoy puedo decir que no hay nada más lindo que quererme y aceptarme como soy. Después de convencerme de quien era empecé a arreglarme más, acepté mi personalidad y volví a disfrutar de mis amigos. La vida es una sola y el tiempo que perdemos no se puede volver atrás. ¡Hay que dejar de mirarnos con ojos tan críticos! Yo pude y se que como yo, ¡muchas chicas también! ¡Solo hay que animarse!
pensaba: “¿Para qué me van a hablar si no soy linda?”; y me volví muy introvertida. Casi no tenía amigos. Al no valorarme yo, nadie me valoraba. Pero la solución la encontré hablando de lo que me pasaba. Poniendo toda mi voluntad y fuerza interior pude descubrir que al fin y al cabo, lo que vale es lo que somos y no lo que queremos aparentar. La adolescencia es una edad espectacular donde estamos rodeadas de amigos, experiencias nuevas, anécdotas divertidas, cambios de looks, pero mucho de eso yo lo perdí por estar obsesionada con mi cuerpo. Por eso le propongo a todas las chicas que cambiemos las miradas negativas por positivas. Rescatemos lo bueno que hay en cada una y esa característica especial que nos hace únicas y que sin duda todas tenemos. ¡Sólo es cuestión de aprender a mirarnos! Y si nos cruzamos con gente que nos critica o quiere hacernos sentir inferiores hay que mirar para el costado y alejarnos de esa mala energía. Hoy puedo decir que no hay nada más lindo que quererme y aceptarme como soy. Después de convencerme de quien era empecé a arreglarme más, acepté mi personalidad y volví a disfrutar de mis amigos. La vida es una sola y el tiempo que perdemos no se puede volver atrás. ¡Hay que dejar de mirarnos con ojos tan críticos! Yo pude y se que como yo, ¡muchas chicas también! ¡Solo hay que animarse!
Daiana
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